Vaciedad

Érase que se era cómo en un conjunto de cuentos de hadas de los hermanos grimm.
La historia de un hogar sin hogar.
Y No hacía falta mirar muy atrás en el tiempo para descubrir que algo se estaba cociendo allá dentro.
A fuego muy lento y desprendiendo un aroma a muerto.
El tiempo de las palabras había concluido.
Agotadas las frases que hablaban de amor, y del pasado y de las miradas, y su candor.
Había concluido, por fin, el tiempo de las esperas y sus angustias; de las palabras llenas de emoción y significado.
Porque cuando ya no queda apenas nada sincero que decir. Nada realmente bueno, que llegue a dentro y llene al cuerpo, que haga reflexionar o sentir que todo lo dicho es sincero...cuando ya no queda nada de eso, mejor callar, y pasar página; hasta que termine de apagarse del hogar, ese fuego que según parecía nunca se apagaria, pero que ahora a todas luces parece tener las horas contadas.
Los rescoldos de las brasas quedaron empapados y las cenizas cubiertas bajo el manto de tierra mojada.
Pues como he dicho, ya pasó el tiempo de los corazones calentitos, por miradas y palabras llenas de sentido.
Y la lluvia de la indiferente vaciedad ha calado lo suficiente en ese sentimiento convertido en fiemo, de tan masticado y trillado..sentimiento por fin digerido y desechado.
Como sus palabras, y significados
( manu Chao.  palabras de verdad)

Porque las palabras caídas en saco roto,
se desilachan sin remedio como niebla que va desapareciendo,
deshaciendo así el encanto.
Se conjura entonces al embrujo de la amnesia
Calentando y macerando
Al líquido inocuo e inoloro
Del vacío.
Porque no hace falta respuesta cuando se recibe la bofetada de la tragedia vestida de infantil burla,
Ni es necesario poner mejillas que miran a otro lado.
O intentar comprender empatizando y por consiguiente perdonando a quien no sabe ser,
La altura de la Trilla ha sido alzada, no vale cualquier patita disfrazada de ovejita para asomarse por debajo de la puerta del hogar, y engañar así a quien adentro habita.
El sonido del batir de alas es espeso,  y su graznido de Cuervo delatan al impostor.
Y el hogar no es de paja ni de barro, ni tan siquiera de cemento.
Porque el hogar no es tampoco, de piedra bien tallada para que no haya rendija por la que se cuele el viento y no erosione así con sus besos los cimientos de quien no quiere ser mirada, ni tocada ni besada,
De quien se cansó de cantarle al sol, siempre en noche cerrada.



  ( Vetusta Morla. Te lo digo a ti)

Porque el hogar, más bien es de burbuja acristalada frágil y quebradiza, aún estando elevada en las alturas, aún con foso oscuro y lleno de serpientes y nudos.
Esa fortaleza acristalada, rodeada de las espinas de la locura, tiene en la cima de su negro tejado de pizarra, un vestido de campana que suena a lo largo y ancho del cerrado Valle.
Atrae con su canto al incauto.
Y sin perdonar al impostor constructor de aquella fachada, empuja a su interior al incauto soñador, para ser devorado por el monstruo que Mora dentro...
Y despacharlo luego sin remordimiento ni perdón.
Que más daba que su sonrisa fuera enamorada, que más daba. El montruo no entiende de bonitas miradas. Sólo observa al hombre cómo a su espejo y no ve más que fealdad de sentimientos.
(Vetusta Morla. Guerra Civil )

Pero en este cuento de hadas el monstruo aún no ha devorado al incauto soñador y lo tiene atado de pies y manos. Y cómo en una película de terror le grita todo su dolor desde que es quien es y antes de eso; desde que era lo que ya no es.
Escupe sapos de tragedia y odio por la boca en un desesperado intento de que su presa suelte las cuerdas enfurecido y en un lento abrazo le desgarre el pelaje de años y años de burlas y maltrato. De violencia Y aullidos al bosque espeso de su tristeza.
Pero éste montruo no es un sapo encantado que con besos de amor se salva del otro lado.
No.
Este monstruo es más bien una niña envejecida que nunca como hasta ahora había gritado tanto su agonía. La coraza de puercoespin nunca le había apretado tanto, hasta ahogarla en el llanto Que se ve tras los critales estos días de borrasca tan necesaria y bendita.
Que le asusta que le quiten el horrendo traje y se vean entonces las quemaduras de tantos ataques intencionados. Bombas de metralla a su pequeña esencia de ninfa.

(Dorian. A cualquier otra parte.)

Pobre soñador que mareado ve como sus sentimientos son hundidos y elevados como si de goma elástica se tratase..
Pero él es un pincipe de armadura, preparado para salvar del embrujo al monstruo, aunque no supiera que existe tal cosa en aquel Valle.  
Sólo ve con la mirada de pincipante en semejantes menesteres, una mujer que enloquece cuando a pasar el umbral de su hogar se atreve, y a su vez una mujer que llora desesperada su ausencia, cuando él asustado, del umbral de su puerta se escapa..
Pobre incauto que ni siquiera imagina que esto fuera un cuento de hechizos y hadas. No se imagina, porque no cree en brujerias. .pero si cree en muñecas rotas por el desatino del destino, 
Si cree en mujeres desechas por las heridas de pasados violentos. En piedras a la espalda que son losas, y nudos que sólo se deshacen cuando se reviven aquellos momentos..pero no sabe ni porque, ni que ocurre luego, 
Sólo sabe que hay que tener paciencia, que a veces se curan con besos esas heridas tan profundas, son los soldados del amor, las palabras que sabe, a veces, parece que, de alivio momentáneo curan.
Pero Es el monstruo que hay en la niña envejecida , quien debe deshacer el conjuro que, sin darse cuenta y en un sueño ella misma creó alrededor de su cuerpo.
La vida no es colchón mullido de pluma, 
Pero la gente es mimo y caricia de madre, 
Aunque los hombres no son abrazo protector y arrepentido de padre.
(Makina kandela.  Cada vez)

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