Un Principio sin final.

Siempre repetía la misma operación,  como ritual espiritual, siempre cuando comenzaba un nuevo trabajo, o iniciaba un viaje, o cambiaba de casa; esperando que fuera esa vez el definitivo hogar; esperando fuera ese, el definitivo trabajo y el definitivo paisaje a observar cada mañana.
Siempre la misma operación,  hacer,  deshacer y rehacer. Tirar y recuperar su pasado convertido en objetos o trastos,  unos ya en desuso, otros olvidados y los más, tercamente guardados como fotos de la memoria que tan falta le hacía para no creer que cada día nacía, pues sin esos recuerdos su pasado no existiría.
Es por ello que apenas se deshacía de nada..tal era el apego a aquellos recuerdos casi borrosos de días ya muertos en la memoria.
Pero aquellos recuerdos convertidos en trastos, a falta de fotografías, terminaron convirtiéndo a la vida en un camino con demasiadas piedras.
Y sabía que simplificar en fotos al pasado, era algo que no iba con su persona, demasiado plano y objetivo ..demasiadas poses para con la cámara.
Por eso decidió que el lugar donde se asentara definitivamente, (y eso era algo que le hacía reír por la imposibilidad del hecho).
Abandonaría todo objeto de la mochila de sus vivencias,  para esta vez sí, Nacer de nuevo. Olvidando y a la vez recordando sólo lo verdaderamente importante, pues para eso su mente tenía un filtro que bien merecía la pena empezar a creer en su valor. Porque nunca nos creemos lo demasiado importantes para con nosotros mismos cómo para aceptar algo tan valioso como la memoria selectiva de cada uno.
Si un recuerdo que creemos importante se olvida, o al contrario y recordamos el detalle más insignificante a primera vista, por algo será.
Por ello decidió no desechar la posibilidad de escucharse y estudiar el porqué , siendo la persona más importante en su camino, la persona protagonista de su vida, su mente había decidido recordar y olvidar aquello y no lo otro. ¿para qué entonces obligarse a recordar con objetos, algo olvidado en la memoria?.

   (Manu Chao.  ¿Y ahora qué? )

Por eso ésta vez se deshizo de todo aquello que llevaba ya demasiado tiempo cargando a sus espaldas.
Tirar y cerrar puertas para dar paso a nuevas vivencias y nuevos recuerdos futuros.
Algo así cómo cuando le comentaron que si su actitud cambiaba ante la vida y olvidaba viejos actos reflejos ante ciertas situaciones, (que es lo mismo que tirar objetos), el abanico de experiencias se ampliaba de manera considerable, y por consiguiente los recuerdos grabados serían otros a los siempre repetidos , creando así actos reflejos distintos y quien sabe si más positivos. Fuera lo que fuese, la vida de este modo se enriqueceria de novedad y dejaría de ser rutina y frustración.
Así que no sólo tiraba objetos y recuerdos, se tiraba también una parte de su persona.
Ahora, después de tomar aquella determinación,  sólo le quedaba analizar y enumerar cada actitud y objeto a desechar y renovar.
Y no debía ser difícil,  según pensó,  pues ya cambió su forma de pronunciar ciertas palabras adquiridas desde la infancia por vivir tanto tiempo en el lugar donde se crió. Actos reflejos inconscientes del habla y la jerga de cada lugar como los laismos por ejemplo, que tuvo que sacar a la consciencia y por repetición hacerlos desaparecer transformandolos en aquello que creía iba más con su persona. Pues odiaba siendo alguien del mundo de las letras, no hablar correctamente y con propiedad.
Lo difícil no era ese aspecto anteriormente citado, no. Lo difícil era saber que actitudes provocaban siempre la misma situación. Y cual situación repetida era la más tóxica para su felicidad y crecimiento personal.
Estaba decidida a ampliar el abanico de posibilidades hacia las más abundantes en felicidad. Y la felicidad no es más que conseguir de la vida aquello que va con nosotros, que en un pasado fueron unas cosas, en el presente otras y en el futuro nuevas oportunidades de vivencias quien sabe si espectaculares.
(Columpio Asesino. Dime que nunca lo has pensado)

El lugar actual le había transformado , convirtiendo la realidad en un espejo de su caracter. Por eso sabía que este era el momento del gran cambio.
Un cambio hacia lo que esperaba de si misma o hacia lo que creía, había sentido que era ella en la profundidad de su ser.
Pero el verdadero cambio se estaba gestando en su interior, y aún siendo totalmente consciente de ello,  no lo apremiaba como había hecho otras veces, que va. Observaba y moldeaba el cambio en pequeñas dosis, dejando que madurase con el pausado pasar de los días, hasta que cayera fruto de la madurez, hacia una realidad cada vez más cercana y palpable.
Empezó transformando el miedo a todo aquello que no fuera certeza, como curiosidad y emoción a la aventura. Para ello no necesitó observar ningún objeto,  la mente, perfectamente ordenada, sustrajo del archivo de la memoria, momentos en los que aquella situación le fue provechosa. Observó las cartas con las que jugaba, y decidió cambiar algunos aspectos del pasado para no caer en la totalidad de la repetición, es decir, un quito de aquí, pongo de allá y hago así y dejo de hacer asá, y como receta nueva de algún pastel casero, pero esta vez de vivencias repetidas, abrió puertas que siempre había cerrado,  y cerró otras que nunca habría dejado si quiera entornadas.
Ahora sólo era actuar en consecuencia y esperar el resultado.
(Vetusta Morla.  Deseame suerte)

Pero ese "sólo actuar en consecuencia y esperar el resultado", ese "sólo", llevaba consigo más esfuerzo del que su significado dicta.
Pues demasiado dadas somos las personas a traicionarnos a nosotras mismas,  y no más que por pura rebeldía. Y era un resorte impetuoso que se  hace sin pensar pero que después deja un sabor amargo en la piel.
Tantas veces que se había dicho No en el interior y tantas veces la boquita traicionada con un siniestro Si gritado a pulmón...
Y esos son los actos reflejos que siempre empujan a la misma ecuación de vivencias repetidas, esos actos provenientes de raíces antiguas datadas desde la más tierna infancia, productos de una memoria que no recuerda pero que tampoco olvida lo que debiera haber olvidado por tan nefasto resultado durante años y años.
Limpiar la mente.
Escuchar y creer en uno.
Ser consciente Y consecuente.
Porque el mundo es más entretenido e interesante si ponemos atención a nuestro paso por él.
Porque la perplejidad para con el exterior pasaba a un segundo plano, dando lugar al asombro del interior reflejado en el exterior.
Pero no se apuren, esta difícil geometría se puede definir en pocas palabras.
( Vetusta Morla. Cuarteles de invierno)
La mochila desecha.

Los pies calzados.

Y el abrigo propio,

bien abrochado.

De sombrero los cuervos

No los gorriones.

Las manos sin ataduras ni bastones.

Y los ojos, esta vez

Y como nunca

Un poco entornados

Pero sonrientes.

No vaya a ser que

se le cuele paja ajena.

Y ya no distinga

Lo que se tiene en frente.

La decisión estaba tomada.
El miedo ya convertido en ilusión.
La palabra dada.
Y el primer paso hecho.
Disciplina conseguida para consigo misma. Que nuestra mente ya no es de tierna edad para ser condescendiente con ella.
Eso si. Todo en su momento y en su lugar,  cuando el propio ritmo lo pide. El destete lo ha de provocar el propio lactante. Ni más ni menos.
Y sin castigarse por ser prematuro o no haberse dado cuenta antes.
  (Rosendo. Como estatuas de sal)

Bien sabido es, que todo aprendizaje, suele llevarse a cabo en solitario, pero, y aunque esto suene a paradoja, siempre va de la mano de otro ser, aparecido en nuestro camino con un único objetivo; enseñarnos lo que en estos momentos nuestro corazón estába deseando aprender.
Porque todas las personas que se cruzan en nuestra vida, son maestras, que algo nos enseñan, y aprendices nuestros a la vez.
Y por doloroso que parezca, una vez terminada la enseñanza, siguen su propio camino y se alejan de nuestra senda, aunque perdure su recuerdo en nuestro corazón por siempre.
Por eso ella no olvidaría, agradecida, cada enseñanza que le hacía convertirse en quien realmente quería ser.
Es por eso, que ella no olvida con el corazón, pero deja ir de su mente, y observa desde lejos, como se alejan aquellas personas que han cumplido su propósito de enseñarle algo valioso para si misma. Y no importa lo doloroso del aprendizaje, pues si hubiera algún culpable, o razón de tanto dolor, es la propia dificultad de dicha enseñanza, que varía de grado según lo enraizada que éste la falta de costumbre de esa nueva actitud ante la vida...
O por no ir tan lejos, es la dificultad de descubrir aquello que se nos está enseñando..pues una vez se ha visto, el objetivo queda cumplido y la lección por siempre aprendida.
Y aunque parezca mentira es algo precioso darse cuenta de que hasta lo que mas duele enseña a quererse a si mismo..haciendo que los nudos se deshagan, que el odio se diluya floreciendo entonces el amor incontestable hacia uno y hacia el mundo. Porque cuando entiendes las razones de todo lo que te sucede, y descubres su naturaleza bondadosa y llena de amor hacia ti...ya no hay vuelta atrás y tu alma se llena de paz..
    (Moby & Amaral. Escapar)

Es la magia de la vida.
Es la x de aquella ecuación
Siempre sin resolver.
Es la fe de algo que sobrepasa
Y apenas se puede entender..
Cada señal, cada encuentro,
Cada paso dado, cada beso.
Cada herida y cada suceso.
Tejidas sin saber por,
Que mano o Que cerebro.
Es el planeta y su misterio.
Es la muerte y el nacimiento.
Es todo aquello
Que parece no ser.
No estudiado ni comprobado
O Por datos medido.
No es la versión oficial.
Pero aún así es,
La razón del ser.
El para qué y el por qué
De tanto amor que parte
De no se sabe quien o qué.
Pero que me llena
De amor infinito
Hacia lo que no se sabe
Ni está escrito.
Hacia mi. Hacia ti.
Y hacia todo lo vivido.
(Jarabe de palo. Que bueno,que bueno)


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