La fase REM.

.La clave siempre ha sido la fase R.E.M. aquella en el que el sueño es profundo y la mente corre cual gacela, creando una realidad ficticia en pos del análisis de lo acontecido durante el día.
En ese momento se ve aquello que la percepción del cerebro momentáneo no ve.
Se ven las casualidades y causalidades de todo aquello que roza nuestra piel.
Los momentos pasados por alto pero que en esta fase tan determinante, cómo es la fase REM. Se ven y quedan grabados.
pero no a fuego en nuestra memoria, si no en el otro yo. En aquel yo al que no queremos atender. Aquel que grita que todo esta bien, aquel que da la razón o la quita.
Y aquello queda como he dicho grabado en agua, como firma de una foto digital, Que apenas se ve.
Son los momentos más claro-oscuros del día. Momentos que deberían servir de guía si no fuera porque no creemos.
Si no fuera porque la otra verdad, la que a todas luces parece la correcta, la momentánea y directa, engaña con señuelos a los ojos que en esos momentos parece que ven. 
Porque dentro sabíamos,  la gran mentira..pero decidimos entrar en el charco de barro y comer el cebo del anzuelo de esa realidad que no era tal.
Porque la causalidad, que no casualidad, de cada paso dado y cada palabra escrita la estabamos escondiendo en la retina para luego, en la intimidad del recuerdo, cuando clareara el cielo del pensamiento, y el sueño se hiciera uno con nuestro cuerpo, lo pudiéramos comprender.
Y no es difícil de entender que a veces se nos escapan realidades tan palpables que asustan, no más que por la ceguera de la obra, de la realidad subyacente de quienes nada saben.
Tu seguridad por delante.
Mi realidad siempre presente.
O al revés 
Que el exterior ya tiene bastantes gamas de colores como para al completo, poderlo entender.
(Rosendo. Cuando..)
Imagina que mi vida, ya no es, ni por asomo, como había sido siempre, imagina que tú mente, ya no observa con la ligereza propia de quien actúa sin la consciencia de la libertad, aquella que no esta supeditada al mundo, si no más bien de quién se sabe libre en una vida que sólo hay que vivirla, nada más. Sin metas ni objetivos que aten al camino. Libertad para vivir cada momento que llega, sin  planearlo siquiera, y estudiarlo después en el momento clave,  Para dar el siguiente paso.
Y sabemos que en nuestra mano está, hacer brillar u oscurecer cada momento que se graba en la piel.
Darle o no la importancia que se merece.
Darle o no, la inmortalidad que se haya ganado al ser grabado en agua de la foto de nuestra memoria selectiva, o para ser más poeticamente correctos , en nuestro corazón. 
Porque no hace falta rascar muy profundamente en las dunas de los hechos para ver que lo que parece ser es, que cada palabra tiene su destino, que no se pierde en el abismo atemporal del desierto, Y cada actuación deriva de aquel hecho concreto. 
Que la casualidad son las palabras escritas desde el corazón, y la causalidad el acto reflejo naciente de la razón. 
O si enrevesamos un poco el entuerto. Y lo giramos hacia el revés. Cada palabra nacida de la razón conlleva un acto reflejo que parte del corazón. 
Es por eso que al no entender éste hecho, como pez que siempre se muerde la cola, los actos giran como una noria entre sí,  repitiendo la misma escena en bucle, sorprendiendonos por las mismas acciones, que en pequeños matices varían sustancialmente el resultado.
Pero no lo vemos, no somos capaces de verlo.
Cuando de un lado se afloja la cuerda, del otro se tensa, y siempre así de sencillo y complicado al mismo tiempo.
Y siempre sin poder verlo, es como si gritases una y otra vez, a cada golpe recibido, que no te basta, que quiero más,  que aún no hemos aprendido, buscando en ello la profunda herida que aseste el dolor definitivo, aquel que nos haga saltar como Escorpión o liebre, según seamos, o nos mate por siempre.
Se le podría llamar sumisión a una rebeldía innata hacía la vida y su constante manía de golpear allá donde menos se quiere. Cómo un paso al frente de mirada altiva que grita al oponente desafiando a ver quien es el más fuerte.
Como un choque de astas entre carneros que no comprenden de buenas palabras y mejores haceres.
Como dos chiquillos enfurruñados y gritando entre lágrimas el famoso "a ver quien puede más", o, "si tu no sueltas yo tampoco".
Por ello es necesario recordar y archivar en el momento del sueño donde el cerebro se vuelvo máquina de, no sólo almacenamiento , si no reflexión y a veces consuelo, recordar lo que nos hace diferentes a las especies sin cerebro, ni conocimiento, y romper la cadena del bucle infinito que hiere nuestro alma.
Porque no importa que parezca que tuya es la batalla perdida ante la misma circunstancia de la vida. No importa.
El pulso entre tú y la constante repetición que es siempre la misma, finalizará cuando soltemos la cuerda que ensangrienta nuestra mano.
                                                           (Calle trece. El aguante )

La pregunta es: quien ha de soltar variando así la escena repetida?.
Pregunta difícil para tan fácil respuesta.
Solo quién dentro de sí, sabe que lo que realmente quiere, es detener esa secuencia.
Y soltar si. Soltar la cuerda.
 Alzar la mano ante el golpe,
Ceder ante el pulso.
Darse la vuelta si hace falta y dejar el juego, aunque no esté en tablas.
Sólo entonces la corriente de la vida fluira por su cauce, sin violentarse por ningún dique impuesto por mano ajena.
entonces sólo nos quedará ver  cuanto trecho hay, del dicho al hecho.
Y que hacer con la vida después.
Porque a veces tienes que actuar para que el dique se rompa.
Y otras tengo que dejar de hacer para que el agua fluya.
Porque agua estancada no mueve molino,
y no hay trigo que valga en molino roído.
 así que dejaremos estar la respuesta nunca contestada del por qué que cada hecho,
y aprenderemos que no todo tiene una razón.
que el universo es lo que es
y hace lo que hace sin necesidad de dar explicación.
Entonces volveremos al punto inicial,
al principio de todo, 
cuando yo no era yo,
y tú seguías siendo tú
aunque a estas alturas parezca imposible.
volver al momento en el que la mirada sólo tenía dos direcciones.
mirada orgullosa siempre alzada a las cumbres,
y mirada curiosa siempre obsevandose desde dentro.
E inventemos otro juego, que no esté tan mascado ni tan mncillado,
que no esté tan trillado por las cuchillas de la repetición.
y que la fase REM, dé con la clave.
Y cada uno con su tablero y fichas sin marcar,
sin oponente ni pulso.
cada una con su propio juego a descubrir.
porque cuando ya no se es el mismo
aunque se juegue a serlo,
mejor cerrar el libro 
y abrir cuento nuevo.
hasta dar con la esencia.. 
Aquella impregnada en nuestro fuero interno
(U2 invisible)


Porque Cuando se logra el  reencuentro de la esencia de uno mismo. 
Aquello que viene implícito en el ser, y que nace con la persona.
 Parece como si una logrará escuchar por vez primera sus genes..
sentirlos en toda su pureza
Tal vez la esencia no sea nada más que un sentir a los genes en su estado más puro
Tal vez no sea nada más que mirar las tapas y el dibujo o título del libro en páginas blancas que somos al nacer.
Un libro que al nacer abrimos y que al morir cerramos, que es en el único momento donde podemos ver su título. .
Pero creo aconsejable, de vez en cuando, o en determinados momentos, volver a ver esa cobertura que envuelve al libro.
Volver a reencontrarnos con nuestra esencia para no perder el hilo de la historia nuestra.
Es decir volver al Ser de uno mismo.
Para ello habrá que desengranar y dejar fuera toda imposición cultural aquirida desde temprana edad..
Como aquellas personas que buscaban oro entre las arenas de los ríos. .
Como aquellas personas que destilan el perfume de una flor concirtiendolo en líquido. ..
Y una vez sentida la esencia.
una vez se ha sentido una en esencia, es decir lejos del influjo mental, donde habita el ego, poder ser desde el Ser.
 Entonces irremediablamente se empieza a creer en la magia
Todo por fin carece de importancia. 
Y todo cobra sentido a la vez.
Y Sin ser algo matemático, El alma se llena de amor hacia uno y hacia el mundo.
Sólo desde ese punto en el que la esencia es una con la mente y el corazón
Podremos darnos al mundo. Nuestra energía será , en ese momento, infinita.
Y Sólo entonces dejaremos de sentir como si nos arrebatasen algo precioso, que es en esencia energía que llevamos dentro, y que también del exterior recogemos.  
Porque estaremos recogiendo y sembrando al mismo tiempo. 
Como quien crea melodias y las escucha al tempo.
Sin esperar recibir..porque sabe de manera certera que esta a la par construyendo..
Y sólo en ese preciso momento que somos uno con la mente y el cuerpo, uno con la tierra y el universo; sólo en ese precioso momento donde no existen líneas fronterizas que separan objetos. 
 Ni líneas de contorno que delimiten  lo que vemos, podremos sembrar lo mejor que llevamos dentro y ayudar de forma correcta a quienes alrededor tenemos.
(kuraia. Egunsentían)

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